La voluntad de impulsar ciencia para la salud
Cuba cuenta con una sólida industria biotecnológica, capaz de desarrollar medicamentos novedosos e innovadores y que permitieron ofrecer una eficaz respuesta a la COVID-19.
22 julio, 2023 por
La voluntad de impulsar ciencia para la salud
CSMC, S.A
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Hace décadas que cientos de empresas y personalidades en todo el mundo vienen descubriendo la "inverosímil" realidad de que un pequeño estado insular del Caribe y subdesarrollado cuente con una industria biotecnológica tan sólida.

Pero ha sido con la pandemia de la COVID-19 que han saltado a la palestra mediática, como nunca antes, grandes preguntas: ¿Cómo puede un país como Cuba aportar cinco candidatos vacunales, de ellos tres ya vacunas, a la lucha contra el coronavirus? ¿Sobre qué se asienta la exitosa respuesta de la Isla a la COVID-19?

La respuesta está detrás de un robusto sistema de ciencia e innovación tecnológica. Pero no puede explicarse sin tener en cuenta la voluntad política de un Estado que desde el triunfo revolucionario de enero de 1959 apostó porque este fuese un país de mujeres y hombres de ciencia.

Ciencia hecha para las personas

El hecho es que Cuba se coloca hoy a la cabeza en el desarrollo de la Biotecnología entre los países del tercer mundo. Este sector tuvo su auge en la década de 1980, cuando la nación contaba con una masa crítica de expertos calificados, en su mayoría formados bajo la reforma educacional impulsada por la Revolución. Se dedicaron enormes inversiones a construir y desarrollar instituciones de investigación que fueron conformando el llamado Polo científico, embrión del actual grupo empresarial BioCubaFarma, que agrupa más de 30 centros científicos y empresas.

El impacto social de los productos biotecnológicos nacionales puede encontrarse prácticamente en cualquier área de la salud: desde anticuerpos monoclonales contra el cáncer, las diferentes vacunas preventivas y terapéuticas obtenidas como CIMAvax-EGF —primera vacuna terapéutica registrada contra el cáncer de pulmón—; las tecnologías para diagnóstico; los fármacos para combatir enfermedades virales, el rechazo al trasplante de órganos, las enfermedades crónicas no transmisibles y el infarto del miocardio; las terapias virales contra el VIH/Sida, hasta las úlceras del pie diabético, padecimiento para el cual la ciencia cubana desarrolló un medicamento único en el mundo, el Heberprot-P, entre otros grandes resultados.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha reconocido que Cuba se ha convertido además en un líder mundial en la transferencia sur-sur de tecnología.

Desde 1989, nueve invenciones cubanas han recibido la medalla de oro de la OMPI y cuatro trofeos de la OMPI se han concedido a centros cubanos innovadores, por la gestión exitosa de la propiedad intelectual.

La experiencia en vacunas

El país —a pesar de lo complejo que resulta ante las medidas restrictivas del bloqueo de Estados Unidos la adquisición de materias primas— produce ocho de las diez vacunas que se utilizan habitualmente en el Programa Nacional de Inmunización para proteger contra 13 enfermedades, y envía cientos de millones de dosis al exterior.

Tres vacunas de factura nacional destacan por su carácter innovador: la primera vacuna antimeningocócica B del mundo, eficaz contra el meningococo del serogrupo B, desarrollada a finales de la década de 1980; la vacuna contra la hepatitis B, primera en América Latina en ser calificada por la OMS y un inmunógeno muy exitoso; y la vacuna contra el Haemophilus influenzae tipo b (Hib), principal agente causante de la meningitis bacteriana en el país, considerada la primera vacuna sintética, a través de la síntesis química.

No es de extrañar entonces que, cuando en marzo de 2020 se reportan los primeros casos de COVID-19 en Cuba, la industria biotecnológica cubana no solo desplegara su arsenal terapéutico existente, sino que se entregara a la tarea de obtener vacunas propias contra el coronavirus.

Se emplearon procedimientos dirigidos a mejorar el estado inmunológico de las personas, con fármacos como la Biomodulina T, el interferón −el alfa-2B recombinante y el Heberferón−, el factor de transferencia (Hebertrans). Un péptido inmunomodulador como Jusvinza y un anticuerpo monoclonal, el Itolizumab, resultaron esenciales en el combate a la llamada cascada o tormenta de citoquinas, una de las complicaciones más temidas de la enfermedad.

A la par, el Instituto Finlay de Vacunas (IFV) y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), junto a otras instituciones, comenzaron el desarrollo de candidatos vacunales sobre la base de plataformas tecnológicas conocidas como las vacunas de subunidades.

Cinco proyectos en menos de un año vieron la luz, tres de ellos ya convertidos en vacunas de probada eficacia y seguridad, Abdala, Soberana 02 y Soberana Plus, que cumplieron con todos los estándares ético-regulatorios establecidos.

Cuba es hoy el país de las Américas que ha logrado vacunar con al menos una dosis al mayor por ciento de su población con vacunas propias. Hasta el 19 de julio de 2023, según datos del Ministerio de Salud Pública, tenían esquema de vacunación completo 10 027 544 personas, que representa el 90.8% de la población cubana. Es además nación pionera en la inmunización pediátrica de niños entre los dos y 18 años de edad y cuenta con una estrategia que abarca todos los grupos poblacionales, incluidos los convalecientes.

Cuba no tiene secretos al porqué ha logrado tanto en materia de biotecnología. En todo caso, el secreto está en querer hacer ciencia para sanar y salvar.

Tomado de Destino Salud.

La voluntad de impulsar ciencia para la salud
CSMC, S.A 22 julio, 2023
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